Belmonte. Una villa para disfutar
Tras cruzar el pueblo, encontrándonos intermitentemente con la muralla, llegamos al cerro de San Cristóbal, al nordeste de la villa, donde se halla situado el castillo que mandara construir el marqués de Villena, don Juan Pacheco. Como corresponde a la zona manchega en que nos situamos, el castillo no se ubica sobre una enorme peña, sino en lo alto de un cerro, circundado de pinares y encinares, al que se asciende desde la villa a través de una suave cuesta.
No estamos ante una fortaleza inexpugnable, sino ante un castillo-palacio levantado, con gran gusto estético, para deleite de sus moradores. Para suplir la ausencia de formidables defensas naturales, el marqués protegió su castillo con una barrera que le circunda y con unas prolongadas y anchas murallas que bajan hacia la villa a la cual protegen.
Origen y nombre de la población
Según una tradición, no confirmada documentalmente, el nombre originario de esta villa fue “Las Chozas”, pues se originó como unas chozas de leñadores que utilizaban la madera de su frondoso monte para la elaboración de carbón vegetal. Con la conquista de Cuenca (1177) y Alarcón (1184) por Alfonso VIII, cayó esta zona en manos cristianas y dependió de Alarcón cuyo fuero, otorgado en 1186, se aplicaba en toda la comarca. En tiempos de don Juan Manuel, la aldea “Las Chozas” había crecido tanto que éste decidió construir en ella unas murallas (marzo de 1323) y el viejo alcázar de yeso (mayo de 1324). Debió ser por aquella época cuando cambiara su antiguo y humilde nombre por el actual de Belmonte, en honor al “bello monte” situado en el cerro de san Cristóbal y prolongaciones. Y no habría de extrañar que fuera el propio don Juan Manuel, consumado montero, quien decidiera tal cambio. Hasta aquí la leyenda, sospechamos que poco verídica, sobre el origen de su nombre.
La primera noticia documentada que tenemos de Belmonte procede Los anales de Jueces de Cuenca en los que se relata que el rey Alfonso VIII nombra Juez de Cuenca, en 1208, a un tal Domingo Martínez que es de Bellomonte1. Posteriormente, una bula del papa Honorio III (24-8-1223) nombra comisionados para que decidan, en el contencioso entre la orden de Santiago y la diócesis de Cuenca, a qué jurisdicción pertenecen las parroquias en cuestión. Dice así la mencionada bula: «para que con Nuestra Autoridad Apostólica hagáis ese arreglo… en los pueblos de Santa Cruz, Bellomonte y algunos otros». Y en el Chronicon domini Joannis Emmanuelis, escrito en latín hacia 1329, se dice que en marzo de 1323 don Juan Manuel comenzó a construir las murallas de “Belmont”. Estos documentos prueban que en aquella época ya se conocía a la población por su nombre actual y no por el legendario de “Las Chozas”. Lo que coincide con la respuesta dada por sus habitantes al cuestionario de Felipe II en 1579: «este pueblo se llama Belmonte y desde el principio ha tenido este apellido. La causa de llamarse así es porque ha tenido y tiene un monte de mucha belleza, de encinas muchas y notablemente altas y gruesas«. Las excavaciones realizadas en la Colegiata (1976), con motivo del hundimiento de parte de su ábside, pusieron al descubierto las ruinas de una iglesia anterior visigoda, tal vez del siglo V, lo que prueba que la población de esta villa es más antigua de lo que se había considerado5.Lo que resulta indudable es que en mayo de 1324 don Juan Manuel inicia la construcción del viejo alcázar de yeso y que, un año antes, ya había mandado construir la vieja cerca, por lo que la población de Belmonte debía tener ya cierta importancia. En su libro La caza no cita a esta población y cuando emplea el nombre de Belmonte se está refiriendo a Belmontejo, que posteriormente adoptó el segundo nombre para diferenciarse de nuestro Belmonte, término derivado de “Bellomonte”.
El privilegio de villazgo
Fue el rey don Enrique II quien el 20 de febrero de 1367, en las cortes de Burgos, concedió a Belmonte el privilegio rodado de villazgo. Esta concesión se realizó a petición de don Alfonso de Aragón, recientemente nombrado marqués de Villena, y después se confirmó el privilegio en las cortes de Toro, el 15 de septiembre de 1371, figurando el marqués entre los confirmantes. En este privilegio, cuya copia se conserva en el archivo de la catedral de Cuenca, se dice: …por faser bien et merçet a vos el conçeio de la villa de Belmonte, aldea que fuestes de Alarcón, porque seades más rricos e más honrados… tenemos por bien quel dicho lugar de Belmonte sea villa sobre sí de aquí adelante, e que no seades tenudos de obedecer la iustiçia e iurisdiçión e sennorío de Alarcón cuya aldea ella fue. E que en la dicha villa de Belmonte que ayades por fuero el Fuero de las Leyes de que usan en la villa del Castillo6.
En las Relaciones de pueblos, mandadas realizar por Felipe II, los vecinos declararon: Hízola villa el rey don Pedro, estando en Sevilla, a ocho de julio, era de 13997, año que corresponde a 1361. Este dato no se contradice con el anterior. Tras morir doña Blanca Manuel, en 1360 en Sevilla, el rey don Pedro I incorpora el señorío a la corona y un año después, en 1361, declara a Belmonte villa independiente de la jurisdicción de Alarcón. Privilegios como este utilizó para atraerse a su causa a diversos lugares de la tierra de Alarcón. Seis años después, sus vecinos buscaron la confirmación del privilegio ante su competidor por el trono de Castilla, Enrique II de Trastamara. Así se explica, como comenta Aurelio Pretel, que el privilegio de villazgo concedido por Enrique II sea idéntico al que Pedro I concedió unos años antes a Alcalá de Júcar.
Juan Fernández Pacheco, señor de Belmonte
El primer miembro de la familia Pacheco, señor de esta villa, fue don Juan Fernández Pacheco, a quien se la concedió el rey Enrique III por privilegio firmado en Tordesillas, el 16 de mayo de 1398, dándose como razón “por ser persona de gran importancia para la guerra”.
No debió agradar a sus vecinos salir de la corona para pasar a depender de un señor, por lo que reclamaron al rey alegando que se les había prometido no enajenar jamás esta villa. Pero, como no fuera atendida su reclamación y la concesión se confirmase, exigieron al señor que antes de tomar posesión les prometiera cumplir ciertas condiciones, entre ellas: que les guardaría los fueros y privilegios que tenían y que no apremiaría a persona alguna para contraer matrimonio contra su voluntad. Condiciones muy similares a las que, años después los vecinos de San Clemente harán jurar a don Juan Pacheco (1445), y es que las villas que habían estado en la corona andaban recelosas de que los señores respetaran sus derechos y no se convirtieran en auténticos tiranos.
El señorío lo heredó su hija doña María, que se casó con Alonso Téllez Girón. Por una cláusula de las capitulaciones matrimoniales, se estableció que el primogénito, que heredaría el señorío, llevaría el apellido de su madre y los demás hijos que hubiere, el del padre. El matrimonio tuvo dos hijos, don Juan Pacheco y don Pedro Girón. El señorío de Belmonte lo heredó el primogénito don Juan, que en 1445 también fue nombrado marqués de Villena.
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* Fuente: El castillo de Belmonte – Miguel Salas Parrilla